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El desarrollo local desde las políticas públicas (página 2)



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La
perspectiva local del desarrollo

El desarrollo local constituye un fenómeno
multisectorial y plurifactorial. Al mismo tiempo tiene
en el desarrollo del
individuo social su finalidad y el resultado objetivado,
constatable, susceptible de ser medido, en que se expresa y
mediante el cual se alcanza el desarrollo de la sociedad.

El acceso al desarrollo de una localidad, al propio
tiempo, ha tenido enfoques contrapuestos en distintas
épocas. Los tiempos que evaluaban como desarrollo
exclusivamente la implantación de industrias,
otorgaban a éstas la prodigiosa facultad de llevar el
desarrollo a los espacios en que se asentaban. El progreso de la
humanidad ha cuestionado este paradigma en
la práctica social, ha evidenciado cómo tal
desarrollo es artificial y, en ocasiones, empobrecedor de los
recursos de la
localidad, al margen de los fenómenos de contaminación, degradación de
recursos
naturales, desatención de la sostenibilidad del
progreso social y otros males que se les ha aparejado
(afectaciones a la salud humana por contaminación ambiental, pérdidas en
las identidades locales por la migración
que han provocado los impulsos "desarrolladores" o
"industrializadores", que con frecuencia llegan a convertirse en
sustento de conflictos
sociales). Mientras el verdadero desarrollo
sostenible de territorios, incluyendo el progreso de la
industria en
éstos, ha estado
condicionado por las premisas existente en los mismos (recursos
humanos, naturales, financieros e infraestructurales
apropiados para la industria —extractiva o
transformativa— u otras actividades humanas como la
producción de servicios.

Por otro lado, la gestión
económica, como parte de la actividad humana en las
localidades requiere de la diversificación, como
diversas son las actividades a través de las cuales de
desarrolla y realiza el hombre
mismo. La polarización de los "desarrollos
territoriales" con frecuencia provoca deformaciones
estructurales, priorizando la asignación de
recursos en una dirección y privando recursos en otros
puntos de la gestión económica en la sociedad, que
genera condiciones para disparidades espaciales en los
niveles de desarrollo.

El desarrollo de la localidad necesariamente debe tener
su punto de partida en el detallado levantamiento de las
condiciones naturales y socioeconómicas presentes
en su espacio para la gestión humana orientada al progreso
de la sociedad y sus individuos. Esta base propia presupone,
además el adecuado encadenamiento de los diversos
procesos
socioeconómicos de modo que se proyecten hacia el
máximo aprovechamiento de la cadena de valor
asociada, con la pretensión de alcanzar ciclos
completos
de producción de bienes y/o
servicios.

Como es de suponer gestionar tal sistema de
desarrollo local exige la orientación de su evolución en el espacio y el tiempo desde
nuevos criterios e instrumentos de ordenación, de
gestión y explotación que internalicen sus
resultados
y ventajas en la propia localidad en función de
la sostenibilidad de dichos procesos, que les den
permanencia en el tiempo sin afectar el progreso para las
generaciones futuras, sino más bien, enriqueciendo las
condiciones de vida de éstas. Ésta exigencia
plantea la imperiosa necesidad de una proyección
estratégica
, sustentada en un elevado nivel de
integración local
, territorial,
nacional e internacional, y con sentido preventivo a largo
plazo.

Este enfoque condiciona la necesidad de
diversificar
al máximo los contenidos y formas de la
actividad socioeconómica local, orientada por la respuesta
creciente a las necesidades del desarrollo multilateral de la
localidad y sus pobladores.

Pero el propio enfoque de la diversificación
tiene expresiones en los diversos niveles organizativos de la
gestión socioeconómica local. Asumir con un enfoque
meramente institucional o institucionalizador la
diversificación puede deformarle y provocar los efectos
contrarios a los que se requiere apostar con su
consecución, dada la elevación de los costos de
transacción
que ello provocaría. Si
consideramos la
organización del trabajador social en los
niveles individual, colectivo y de toda la
sociedad
(individuo,
empresa y
nación), la diversificación
de la actividad económica debe estar en cada uno de estos
niveles, como respuesta correspondiente al propio carácter diverso de las necesidades
y capacidades de los individuos, colectivos y nación.
Ello exige de flexibilidad en las formas organizativas de
los procesos socioeconómicos en la localidad hasta el
grado en que su organización tiene que ser exclusivamente
casuística.

En términos de políticas de desarrollo
local
, no queda lugar a dudas que éstas deben ser
integrales, tanto en su fundamentos como en sus
pretensiones, pero también deben ser muy propias de las
localidades
mismas en que se pondrán en
práctica, independientemente de las necesidades de
coordinaciones regionales y nacionales que puedan precisar
para su exitosa realización. También requieren de
ser participativas desde su origen, como único
elemento que asegura la identidad de los ejecutores con
sus propósitos, garantía de su
éxito.

La acumulación de disparidades en los niveles de
desarrollo entre localidades de una misma unidad territorial
demanda de
cuidadosa consideración en términos de políticas
de desarrollo. Cuando ello ocurre, y sobre todo si persiste en el
tiempo de forma prolongada, se crean determinadas deformaciones
que se llegan a asentar con carácter estructural y
superarles deviene en una actividad más costosa —en
términos de recurso tiempo y también materiales y
financieros—.

El desarrollo monocéntrico que ha caracterizado a
la provincia de Cienfuegos, asentado en una historia precedente que
polarizó el desarrollo en la ciudad cabecera provincial,
pero que en el devenir posterior se continuó enfatizando,
muestra
claramente la creación de tales condiciones que más
tarde dificultan enfrentar el acceso al desarrollo de las
unidades locales donde éste muestra rezago, pues desde
allí migra el recurso humano, con frecuencia de modo
irreversible, y los que quedan se empobrecen tanto por los
niveles de satisfacción de necesidades, como por las
expectativas propias que asumen hacia su futuro y hasta por las
capacidades de discernir sobre su futuro y el de su localidad, al
perder el estímulo por la capacitación, elevación de la
calificación y realización como
profesionales.

En la actualidad los procesos de
universalización de la enseñanza y municipalización de
la universidad
ha comenzado a poner inicio a una nueva base
de la gestión socioeconómica local hacia el futuro.
En términos de política de desarrollo local
este factor es decisivo, pues él incide directamente sobre
el desarrollo del componente activo fundamental de las fuerzas
productivas, a saber, el propio individuo social, portador de la
capacidad de trabajo y
transformación del medio para la satisfacción, en y
a través de la sociedad de sus propias
necesidades.

El
problema de la acumulación

Lo hasta aquí analizado desde la perspectiva de
la importancia y necesidad del desarrollo local, se sustenta en
la modificación del proceso
socioeconómico de la acumulación, expresado en las
transformaciones estructurales de la producción social que
se viene presentando a nivel global y de lo cual ningún
segmento nacional, territorial o local se puede retraer, a saber
el creciente papel de la actividad de servicios por la
transformación de la vida social y el creciente
significado del conocimiento
en la vida humana, que ha venido transformando desde la
raíz —proceso de producción— hasta las
formas organizativas de los grupos humanos
estructura
social— en el mundo contemporáneo.

Los tiempos de la acelerada industrialización se
correspondieron con el predominio del sector productor de
medios de
producción; pero este propio progreso ha hecho que los
avances más significativos para la actualidad y hacia el
futuro, se estén dando en el campo del conocimiento, su
desarrollo y producción cada vez más
acelerada.

La humanidad se acerca a pasos acelerados a la
producción del producto
directamente social por excelencia, es decir, del propio hombre en su
determinación social, y ello ha elevado el papel que
corresponde a la producción de conocimiento, con un
desarrollo preferencial respecto a la producción de medios
en los que toma cuerpo el
conocimiento mismo, que como consecuencia pasa a un segundo
plano, como lógica
continuidad del primero.

Ese elemento hace que la acción
desarrolladora del hombre se oriente esencialmente a su
capacitación y preparación proyectada con
visión prospectiva.

Si consideramos que cada uno de nosotros realizamos
nuestra actividad vital en un espacio concreto
reducido, que es la localidad, es imprescindible alcanzar las
premisas en esa localidad que aseguren la reproducción ampliada y acelerada de las
condiciones de vida de la sociedad local, lo cual pasa por la
sostenibilidad de las mismas para el desarrollo de la actividad
humana vital.

El proceso de acumulación demanda que se
garantice la internalización de los recursos resultantes
de la gestión que deben reponer las condiciones empleadas
para la producción; pero ello, en rigor, es insuficiente.
Es necesario que se gestione la conocida reposición con
una proyección también de desarrollo sostenible, de
crecimiento tecnológico, a partir de la evolución
de la ciencia y
los progresos en su aplicación técnica y
tecnológica, como consecuencia del desarrollo de la
explotación motivada por la identificación del
individuo con su actividad humana vital en su trabajo
social.

De esto sigue que, si bien se puede realizar el
ejercicio de análisis de la reproducción a nivel
de la economía nacional, su alcance efectivo
está al nivel de cada célula
socioeconómica, y su primera agregación se tiene al
nivel local, que es donde se decide el encadenamiento de los
procesos económicos, donde se realiza el individuo y, por
tanto, donde se alcanza o no el desarrollo.

En términos de política
pública la consideración del desarrollo local en
toda su dimensión —algunas de cuyas aristas se
abordan en el análisis hasta aquí presentado, sin
querer ni intentar agotar el tema sino con la pretensión
de llamar la atención a aspectos no siempre considerados
en el mismo—, resulta un ejercicio de alta responsabilidad, que exige del replanteo de la
organización de la
administración pública preferenciando el tema
de la organización socioeconómica en el contexto
local, como condición indispensable del desarrollo
humano.

Es necesario apuntar que desarrollo, distinguido de
crecimiento, plantea el privilegio a la intensificación de
los procesos socioeconómicos en contraposición a la
extensión de éstos por la simple
reproducción de modelos de
explotación de recursos. En este sentido cobra particular
significado la descentralización de la gestión de
administración, que no significa
pérdidas en la política pública sino una
elevación de su efecto transformador en la sociedad por el
aseguramiento del logro de sus propósitos sobre la base de
un aprovechamiento eficaz de los recursos disponibles en cada
espacio donde la sociedad se desempeña cotidianamente,
esto es, la localidad.

En este sentido, una administración
pública responsable en el entorno local consolida la
identificación con la política pública y el
enfrentamiento de los fenómenos de enajenación y falta de
identificación con ésta, los que inciden en
ineficiente asignación de recursos y, lo que es
lamentable, el aprovechamiento de estos con propósitos que
no retribuyen al desarrollo
social, y menos a la sostenibilidad de los procesos
socioeconómicos y explotación de los recursos
locales y su preservación.

La sostenibilidad del desarrollo local sobre la base de
la explotación de los recursos disponibles exige de su
organización responsabilidad; pero no es suficiente la de
los decisores sino que el sentido de responsabilidad debe
alcanzarse en cada uno de los participantes de ese desarrollo,
tanto de los que participan en calidad de
transformadores, como de los que perciben los
beneficios de ese desarrollo. Esto es, una política
pública y ejercicio de la administración pública
participativa, para lo que existe una estructura de
gestión estatal y de gobierno que
potencial, formal y realmente lo facilita, a través de los
órganos de poder y
gobierno locales.

La mayor capacidad de participación en la
gestión de la administración pública pasa
por el desarrollo del liderazgo en
los procesos de desarrollo. Ejercer el liderazgo exige de
conocimiento de causa de la localidad, sus potencialidades
naturales, infraestructurales y humanas, de las necesidades de su
desarrollo y de una gestión prospectiva que adelante
futuro y que ello sea de dominio de los
pobladores de la localidad. A su vez, este liderazgo no se puede
reducir a los decisores, de lo contrario se perdería el
desarrollo del propio liderazgo. En particular se trata del
ejercicio del liderazgo en cada uno de los eslabones de la
estructura socioeconómica.

Encadenamiento

El sistema socioeconómico local se nos presenta
como una tupida madeja de interrelaciones que constituyen el
tejido vital de la sociedad, dentro del cual ella se
desempeña y realiza en su condición de ser humano.
El equilibrio de
este tejido es decisivo en el logro de su
sostenibilidad.

La actividad económica de la localidad, en
función de su sostenibilidad, debe mostrar
integración en el contexto local que sostenga la
integración sucesiva en los contextos territorial,
nacional e internacional. Aquí aparece un tema de balance
y equilibrio que permita la sostenibilidad de la
explotación de los recursos locales. Ello plantea el
problema de la carga que es capaz de soportar el sistema e
infraestructura socioeconómica existente en la localidad.
En particular este tema es elevadamente sensible en las
explotaciones de recursos naturales con fines de servicios
turísticos en los ecosistemas en
que se asientan estas explotaciones (movilidad, uso del suelo, ciclo
integral del agua, consumo de
energía, generación de residuos y otros aspectos
trascendentes).

Retos

La gestión de administración
pública orientada al desarrollo humano en las localidades
plantea la necesidad de innovar —como resultado de un
concienzudo estudio con fundamentos científicos
rigurosos—, en el marco legal, en la precisión de
instrumentos flexibles, ágiles, efectivos y diligentes, de
procedimientos
de intervención que faciliten la internalización de
la conservación sostenible de los recursos ambientales y
económico productivos de la localidad. En este sentido es
preciso resaltar que la presencia de criterios que
predominantemente tiendan a identificar crecimiento y desarrollo,
entorpecen la gestión sostenible.

Conclusiones

Las políticas públicas condicionan el modo
de aprovechamiento de los potenciales de desarrollo en las
localidades, en tanto que a través de ellas se trazan los
límites
del funcionamiento de los agentes económicos en la
sociedad.

El diseño
de políticas de desarrollo para la sociedad provoca la
aparición de diversos modelos de gestión de los
recursos, los que se asientan siempre en localidades
específicas. Esto genera contraposiciones de intereses
que, con frecuencia, suelen llevar al aprovechamiento ineficiente
de los recursos, en tanto que se producen pérdidas de
identificación con los propósitos de la
política pública.

El desarrollo sostenible de los espacios locales
requiere de significativos cambios culturales, tanto de
decisores, diseñadores de políticas, como de la
población. Demanda de la gestión
basada en un fuerte liderazgo en todos los niveles que facilite
la concertación seria entre los agentes económicos
locales con una extendida participación social.

La consideración del sistema de intereses
objetivos
imperantes en los niveles social, colectivo y personal, deviene
un medio importante a considerar en el trazado de
políticas públicas en la sociedad de la construcción del socialismo, donde
la perspectiva del desarrollo nacional considere como sustento y
medio sostenible del desarrollo el de la localidad.

 

 

 

Autor:

Msc. Yuderquis Padillas
Sánchez
.

Licenciada en Economía y Master en Desarrollo
Local. Profesora del Departamento de Estudios Económicos
de la Facultad de Ciencias
Económicas y Empresariales de la Universidad de
Cienfuegos. Cuba.

Dr. Jesús René Pino
Alonso
.

Profesor del Departamento de Estudios Económicos
de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de
la Universidad de Cienfuegos.

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